martes, 27 de octubre de 2015

Luces y de Bohemia...

Nada mejor que subir al escenario para hablar de teatro. Por eso, los alumnos de 2º de bachiller y yo nos hemos subido al escenario, para pensar en el espacio, en los actores y sus voces, en los vestuarios, en las luces, en la música, en los telones, en las entradas y salidas,... Porque Luces de bohemia no es fácil de decorar, vestir, iluminar... 

Supongo que por eso no se representó hasta 50 años después de ser escrita, aunque quizás el más importante fuera la crítica y el reflejo tan crudo de la España de principios del siglo XX.

Me han sorprendido los comentarios de los alumnos sobre las necesidades técnicas e interpretativas de la representación en un escenario: Telones negros, austeridad, focos para crear luces y sombras, humo, música acorde a cada escena, vestuario esperpéntico,...

También hemos representado alguna de las escenas más difíciles, como es la escena 6ª. ¿Se puede empatizar con alguien que va a morir en unos minutos? ¿Cómo se puede conseguir brillar en un momento tan difícil?



Valle - Inclán lo consiguió con una obra vanguardista, poética, esperpéntica... donde supo conjugar las luces con las sombras y lo convencional con lo bohemio.

Gracias al siguiente vídeo sobre la famosa obra de Puccini, La Bohème, mis alumnos entendieron las dificultades, la complejidad y el valor artístico que hay detrás de la obra que estamos estudiando.


Resultado de imagen de la boheme
This is opera: La Bohème


domingo, 11 de octubre de 2015

Primero, el cuadro

“Para hablar de un cuadro hay que ver primero el cuadro”.

Cuando pensaba en esto me di cuenta que la primera clase de Literatura con mis alumnos no podía ser como otras veces. No podía empezar “soltándoles el rollo” del contexto histórico, las características de la época y el autor…

Tendría que empezar leyéndoles un texto de la época que íbamos a estudiar, pero sin decirles ni el título, ni el autor, ni la obra… Y así lo hice. Busqué un escenario acorde al texto que les iba a recitar. Nos fuimos allí y sólo les pedí que escuchasen.

Las siguientes preguntas fueron: ¿Qué te ha parecido? ¿Qué has sentido? ¿Qué crees que nos cuenta este autor? ¿Por qué? ¿Cómo lo contextualiza? ¿Qué rasgos te han llamado la atención? Entonces les dije que habían escuchado El monte de las ánimas, de Bécquer.

Algo tan sencillo como empezar al revés les “picó la curiosidad” y en la siguiente clase quisieron saber qué había pasado a principios del siglo XIX; por qué los escritores, los artistas y los intelectuales reaccionaron así ante el Absolutismo de la época anterior; por qué sus textos hablaban desde el “yo”, desde los sentimientos y no desde la razón; por qué el individuo se enfrentaba a la sociedad y se rebelaba contra ella en busca de lo lejano y lo menos convencional.

También fue curioso que en la segunda clase, cuando hacía lo mismo con La canción del pirata, de Espronceda, una alumna se puso a llorar. Esa canción le había recordado a su infancia, cuando su madre se la recitaba de pequeña. El caso es que ella no sabía de quién era y le emocionó descubrirlo.

Creo que no hay nada más hermoso que hacer vibrar a tus alumnos con algo que a ti también te emociona.