miércoles, 4 de noviembre de 2015

Alcanzar un estrella


Aunque no quiero caer en tópicos no he podido evitar oír la voz del mismísimo Alonso Quijano cuando oía a Max Estrella. La misma ilusión, el mismo amor, la misma bohemia con la que hablaba Don Quijote por tierras castellanas, hablaba hoy sobre las tablas del Teatro Olympia el mejor poeta de España, Mala Estrella.

Cuando el Ministro le explicaba a Don Dieguito que Max era un hombre del mundo del ensueño, capaz de arriesgar su vida antes que adoptar cualquier actitud institucionista, no he podido evitar pensar que Valle creó otro Quijote.

En el final de esta escena octava, a la que nunca daba más importancia, he comprendido lo que a estos escritores les preocupaba y ocupaba: la búsqueda de un mundo mejor.

Si Cervantes supo abrir los ojos y empujarnos del ideal renacentista a la realidad más cruda del Barroco, Valle lo hizo también y así, zarandeó a los españoles del XX para que espabilaran y abrieran su alma a nuevos pensamientos y nuevas estéticas.

Pero aún me sorprende más que a pesar de que el final de ambas obras es trágico, dos grandes intelectuales nos abrieron la puerta a un mundo justo, culto, renovado, crítico, vanguardista. Por eso, no podemos salir del teatro o acabar la lectura de estas obras con amargura, porque justo lo contrario es lo que nos pedían sus autores: “Espabilad, soñad”.

He dicho que no quiero caer en tópicos, pero  es inevitable recordar en este punto también a Dante y Virgilio en su paseo por el Infierno. La Divina Comedia fue otra obra de transición, de reflexión, de cambio e innovación a principios del siglo XIV. Dios se humanizaba, el hombre se humanizaba y el mundo se humanizaba. Con esta nueva mentalidad Dante se paseó por las estancias de su alma. Bajó a lo más hondo y terrible, purgó sus culpas y renació en el paraíso a la ilusión del amor verdadero.

Tres clásicos, tres épocas, tres transiciones que tienen en común el paseo por escenarios reales y fantásticos de dos personajes antónimos que se complementan y ayudan para poder comprender lo que ven y lo que sienten.

Con paso firme y decidido anduvieron Max Estrella y Don Quijote por España. Quizás aquellas tierras y aquellas calles pudieran ser las mismas que las nuestras. No les importó pisar el infierno como a Dante, si al morir su alma alcanzaba el paraíso, el sueño imposible, un mundo mejor.

He tenido la suerte de ver representada esta obra con los alumnos de 2º Bachiller y ha sido una buena oportunidad para pensar y reflexionar sobre la vida, cada uno sobre la suya. 

Al bajar el telón me han venido a la cabeza las notas de aquella canción de El Musical "El hombre de la Mancha":
"Seguir un ideal, soñar lo imposible, amar con pureza y bondad,  vencer al invicto rival, sufrir el dolor insufrible, morir por un noble ideal..."

Ahora sólo me quedaría decirles a mis alumnos: "Espabilad. Soñad. Alcanzad vuestra ESTRELLA."





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